Resistencia empieza por una letra cualquiera.

"Everything I love gets lost in drawers

I want to start over, I want to be winning"

The National

Y esto es fácil aunque parezca complicado. Porque fácil es echarte de menos sólo los días pares, contar las lunas que no he pasado a tu lado -que soy de letras pero sé contar- y guardar en la memoria la estructura de otras bocas y el tacto de otras manos. Levantar murallas a mi alrededor.

Lo difícil es cuando te recuerdo en cada puta canción, en cada puta estrofa. Pero sobre todo es difícil cuando estás a centímetros y tengo que reprimir las ganas de seguir la estela del humo de tu porro a la inversa, de rozar tus labios y quedarme quieta intentado enfocar tu iris. Evitar que te percates de mis miradas lascivas.

Lo extraño es que seas casi irreemplazable, y tal vez diga casi para convencerme de que no has sido tan importante en este folio que es mi vida. Quizá intento convencerme de que tus palabras no significaron para mí más de lo que importan las palabras de la tía del supermercado. O quizá que el tacto de tus dedos no son más que arañazos como los del perro de mi abuelo. Convencerme de que los silencios no eran realmente abismos.

Para después, verle llegar con los brazos abiertos, al igual que la mandíbula. La apertura de la boca ya calculada, los dientes blancos y los labios llenos. Las caricias tiernas, y el sabor a chocolate de sus dedos y su lengua. Sus ojos verdes alegres y vivaces... Y aún así, acordarme de ti por un breve/largo espacio de tiempo. Siempre jodiendo y dando por culo; porque sigues estando presente. Presente en cada recoveco de mi piel y las cuatro paredes de mi habitación. De todas las habitaciones y espacios que compartimos, del mar infinito. De todos los folios en blanco.