viernes, 16 de diciembre de 2011
alegoría a la incertidumbre.
Hay veces en las que mis ganas de autodestruirme a base de risas y resbalones me comen, otras en cambio se esfuman por entre las sábanas. Entonces, me tumbo en mi cama mirando fijamente el techo blanquísimo y pienso en la profundidad de los abismos. Después de llegar a ninguna parte decido incorporarme y leer a Bukowski. Todo se me pasa; me importa una mierda mi extrarradio y los pequeños satélites que me rodean dando tumbos. Por qué soy yo, por qué no soy un gorrión rojo, por qué no soy aire.
Pero dejo de pensar y me deslizo reptando por estos escombros y fotografías que son mi vida, y sin saber dónde coño voy ni dónde coño me llevan los huesos y la piel, llego a un enorme vacío pacífico...y todo está tan bien. Para que después se me líen y enreden los cordones impidiéndome avanzar, y terminar el día sonriéndo(me) a solas en la noche.
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Y... Cuando se enredan los cordones lo mejor es arreglarlos y atarlos bien antes de caerse.
ResponderEliminarBonito el texto, un abrazo.
Eres tú por algo. Si fueses un gorrión rojo, no podrías decidir a dónde quieres que te lleven tus huesos y tu piel... Mejor sonreir sola que mal acompañada.
ResponderEliminarxxx